(...) ¿Qué pasa con este pueblo?, ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad?, ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pasa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?
El anciano sonrió y dijo: -Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aque tenemos una vieja costumbre. Le contaré: Cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta, como esta que tengo aqui, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda que fue lo disfrutado...a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo.
...así vamos anotando en la libreta cada momento, cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir la libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros el único y verdadero tiempo vivido.
Jorge Bucay