Cuando me asomé por la ventana, ví que solo el ayer se sugería, porque hoy se había convertido en manchas de color púrpura, con formas sin formas, con una o más lunas y con espirales en otras.
La tenía en frente de mi cara, en mis manos...decendió por el cuello, hasta los pies. Esa calma cubrió todo mi cuerpo, como agua llevandose el calor, casi mis piernas se soltaron, pero me mantube en pie.
Traté de que ese momento no se valla, estirando los segundos lo más que pude, pero se fué...solo pedí disculpas con lágrimas en la voz, aunque no logré adivinar si en su silencio existía un arrepentimiento.
De todos modos, no dije nada...dejé pasar todo, porque hacía tiempo que no sentía esa misma calma.
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(a.m)